(Portada: Amaia Ballesteros)
Work
it harder make it better
Do
it faster, makes us stronger
More
than ever hour after
Our
work is never over
Daft Punk. Discovery
Si no recuerdo
mal la última vez decía que acabábamos de conocer a un nuevo y poderoso
adversario llamado Génesis, un monstruo mecánico mezcla de máquina y hombre,
bueno, más máquina que ser vivo, por poseer sólo cerebro y ojos humanos,
completamente inmune a nuestros poderes, por ser no electrónico, y armado con
brazos como mangueras a presión, pies como pistones, una boca que escupía
llamas y finalmente un letal ventilador huracanado en el centro de su torso.
Una criatura,
creación en parte de Adrian, para no tomarse a la ligera, ni mucho menos.
Pero Distorsión
había pensado en una manera improvisada de hacerle frente que, aunque no me lo
pareció en un principio, podía funcionar. El trasto que Distorsión había
diseñado era rudimentario así como primitivo, pero en el fondo ¿no era así
nuestro enemigo y era poco menos que demoledor? Aunque lo más difícil fue
encontrar la munición adecuada, y para eso sí que nos tuvo que ayudar Adrian,
buscando media galaxia para hallarla.
—He tenido que
pagar una pequeña fortuna a un coleccionista local —comentó—, pero aquí la
tenéis. Aunque aviso de que esto no le dañará apenas.
Distorsión no
hizo el menor gesto de preocuparse por el comentario.
—Tranquilo,
Adrian. No es en dañarle en lo que estamos pensando.
—Puedo
imaginarme lo que pretendes y será muy peligroso. Tened cuidado.
No hubo manera
de convencerle para que se marchara, por supuesto, pero al menos sí que
logramos insistir para que no nos acompañara. Temíamos que él fuera el motivo
de que Génesis estuviera haciendo todo aquello, por lo que preferimos
mantenerle al margen. En todo caso, por otro lado, el plan ya estaba trazado
aunque, como siempre, los detalles concretos los dejaríamos a la improvisación.
Era una de las ventajas de manipular virtualmente todo aparato electrónico que
nos rodea.
A duras penas
pudimos acoplar el chisme de Distorsión, que pesaba como los mil demonios, en
uno de los biplaza del Acorde Cósmico. Dado que mis poderes de poco servían
contra Génesis, y que ya tenía experiencia en el tema de apuntar y rebotar, yo
sería la encargada de efectuar el disparo. El resto correría de la cuenta de
mis compañeros de formación.
Creo que está de
más decir que se suponía que teníamos que ofrecer el concierto que se había
cancelado el día anterior, pero no contábamos con ello ni de broma, vamos.
Teníamos claro que la fiesta se iba a desarrollar en el enorme aerodeslizador
que orbitaría todos los demás escenarios, y a él nos dirigiríamos.
***
A lo largo de mi
vida he estado en sitios bastante modernos y sorprendentes. Los lugares en los
que uno puede tener que hacer un directo son de lo más peculiares teniendo en
cuenta lo vasto que es el Universo.
Puede que aquel
aerodeslizador gigante que sobrevolaba SR8273 fuera uno más de ellos, pero sin
duda sería difícil para mí no otorgarle un sitio de honor en mis recuerdos.
Dos kilómetros
de envergadura. Todo un escenario móvil, sin duda. Amplio, diáfano, pero no
exento de toda clase de edificios periféricos, tanto de ocio como de
infraestructura, y hasta tirolinas y clases de vuelo asistidas por monitores.
Por todos lados había cantidad de ventiladores, incluyendo uno enorme en mitad
del lugar, debidamente protegido, que giraba a una velocidad tan demencial que
provocaba una elevadísima columna huracanada encargada de recordar cuál era el
tema en ese lugar. Aparte de ese, claro, había muchos otros por todas partes,
así como sobre el escenario, lleno de grúas, corrientes artificiales de aire y
toda clase de efectos destinados a convertir aquellos conciertos en toda una
experiencia inolvidable.
Un polvorín en
toda regla, sin duda, y nuestra atención estaba plenamente centrada en un lugar
de la escenografía, blanco primordial de todo posible sabotaje.
Las horas
pasaban, sin embargo, y Génesis no aparecía por ningún lado. Todos los conciertos
se desarrollaban con la máxima normalidad, lo que no hizo sino agravar nuestra
preocupación. En breve tendríamos que tocar y eso podría colocarnos en
situación vulnerable.
Maldito cerdo,
pensé. No parecía muy listo, pero algo de astucia sí tenía. Se aprovecharía de
que estábamos sobre el escenario para proseguir con sus planes de sabotaje, sin
duda.
El momento había
llegado. Teníamos que salir a escena, instante que seguro ese mamón de metal
aprovecharía para poner en marcha sus trampas. Íbamos a salir cuando, de
repente, alguien apareció por el otro lado de los bastidores.
Adrian.
—Mierda —dijo
Distorsión en voz alta. Trató de detenerle pero ya era demasiado tarde para
ello. Aunque usaba un megáfono electrónico, si Distorsión lo estropeaba podría
hacerle daño, y en realidad no sabíamos qué era lo que pretendía hacer, igual
sólo quería presentarnos, como hacen muchos managers o promotores.
A veces me
planteo cómo podíamos ser tan ingenuos.
—¡Heinrich
Beckon! ¡Aquí estoy, sal de tu escondite!
Hubo un momento
de silencio por parte del público, aunque muchos se limitaron a corear, como si
fuera alguna clase de broma o comentario que no habían pillado. La gente,
debidamente motivada, es capaz de emocionarse por cualquier cosa.
El asunto se
puso más feo cuando, a unos quinientos metros de distancia, la tarima del
aerodeslizador reventó desde dentro y nuestro enemigo se dejó ver. Estaba lejos
pero era él de manera inequívoca, y la gente no tardó en apartarse en todas
direcciones hasta dejarle pista libre.
De modo que
Adrian había hecho aquello para obligarle a salir de su madriguera. A la
respuesta de si había realizado su sabotaje, el ventilador central empezó a
rugir como loco, haciendo que todo el aerodeslizador se bandeara peligrosamente
de un lado a otro.
—Es el momento
—dijo Distorsión, mirando cómo avanzaba nuestro enemigo paso a paso, hundiendo
los pesados pies en la endeble superficie que los aguantaban—. ¡Delay, ven
conmigo! —ordenó.
Los demás ya
sabíamos qué debíamos hacer. Fase tenía que controlar de nuevo la megafonía
para evacuar cuanto antes a todo el mundo, en lo que yo subiría al biplaza
lista para disparar en cuanto tuviera oportunidad. En cuanto a Overdrive, en
teoría tenía que ayudar a Delay y a Distorsión, pero éste le indicó con un gesto
contundente que se quedara a proteger a Adrian y que no se moviera del sitio.
Distorsión y
Fase no tardaron en abrirse paso entre la multitud, a veces dejando atrás a
fans que querían hablar con ellos, incluso en mitad de todo aquel caos, y se
plantaron frente a Génesis, al otro lado del enorme ventilador fuera de
control.
—Ya sabes lo que
hacer, Delay —comentó Distorsión—. Además, él mismo nos lo ha puesto más fácil.
—Lo ha acelerado
demasiado. No podré aguantar mucho —fueron los escuetos comentarios de Delay.
Pero aun con todo se puso las gafas de piloto, comenzó a usar sus habilidades y
el ventilador, poco a poco, empezó a aminorarse. El esfuerzo que estaba
llevando a cabo era enorme, hasta tal punto que sudaba y apretaba los dientes
igual que si estuviera tratando de detener el avance de una apisonadora con las
manos desnudas, salvo por sus guantes, claro.
La sorpresa de
Génesis no se hizo esperar. Si bien sabía que teníamos cualidades especiales,
creo que no supuso que pudiéramos llegar tan lejos como para poner freno a su
espiral de destrucción sin sentido.
Desde el
biplaza, ya listo y tratando de capear las corrientes esporádicas de aire,
tenía visión privilegiada de toda la zona, y no me pasó desapercibido que
Génesis, a pesar de tener frente a él dos adversarios inmediatos, centraba su
atención más bien en la parte inferior. Lo que comentó, por otro lado, sólo
pude saberlo más tarde, una vez todo terminó. Pero no era difícil imaginarlo
una vez presencié la manera hostil con que se dirigía a Distorsión.
—¡Trabajáis para
él! —fue lo que dijo señalando hacia Adrian, al lado de Overdrive, a un millón
de kilómetros de distancia en ese momento—. Sois su nuevo experimento, ¿verdad?
Sus nuevos juguetes. ¿Qué os prometieron, la curación de vuestras heridas, un
tratamiento milagroso, o simplemente ser el mejor soldado de todo vuestro
ejército? A mí me prometieron todo eso, y a cambio encarcelaron mi mente en
esta prisión de metal.
—Mira, tío —dijo
Distorsión, tratando de hacer que se dirigiera hacia el centro del ventilador—,
no las has pasado fáciles, pero todos tenemos nuestros problemas, ¿sabes? De
modo que montar todo esto para vengarte no te va a hacer más humano, si es eso
lo que buscas.
—¿Más humano? Yo
ya soy humano, cara de nieve —dijo señalando a su rostro—. Mi odio es muy
humano, porque no estaba haciendo esto por venganza. No tenía ni idea de que mi
creador estaría por aquí con nuevos muñecos de trapo que lanzar contra mí. Mi
única intención es hundir este festival, llevarme por delante a tantas personas
como me sea posible. Torturarles, hacerles sentir miedo, pánico y sufrimiento
en toda medida.
—¿Por qué? ¿Por
qué deseas hacer eso?
—Muy fácil. Lo
hago porque les envidio, y debido a eso, también les detesto. Odio a todos
aquellos que tienen un cuerpo, que aún tienen la oportunidad de llevar adelante
una normalidad que a mí me ha sido arrebatada.
—Si he entendido
bien tu historia estabas a punto de morir y te ofreciste voluntario para el
experimento. Al menos es mejor estar relativamente vivo y con una jeta metálica
que muerto por completo.
—Tal vez para
ti, que no aprecias lo que tienes. Pero para mí, que recuerdo lo que fui, esto
es insoportable. La muerte es preferible a esto.
Distorsión se
irguió y señaló al vacío con indiferencia.
—Tu problema
tiene fácil solución, si realmente es lo que deseas —proclamó con tono de
burla.
Aquello bastó
para enfurecer del todo a Génesis, que empezó a echar llamas por la boca en
dirección a Distorsión. Éste las esquivó a duras penas, pero con tiempo suficiente
como para colocarse en el centro del enorme ventilador, donde la corriente de
aire, aunque no tan fuerte como la que había antes, disipaba el fuego como se
apaga una vela al viento.
Delay miró a
Distorsión con preocupación, temeroso de lo que pretendía hacer.
—¡No podré
aguantarlo mucho más tiempo! —advirtió.
Distorsión miró
hacia atrás, al escenario. Overdrive ya se estaba dirigiendo hacia su posición,
sin duda para apagar el ventilador, pero si hacía eso el factor sorpresa para
derrotar a Génesis estaría totalmente perdido. No, las cosas tenían que
desarrollarse de otra manera. Ya improvisaría él, aunque estuviera solo ante el
público.
Génesis se
dirigía hacia él paso a paso, hundiendo el suelo a cada poco que avanzaba. Se
quedó parado justo ante el umbral del ventilador, a punto de pisar el enorme
enrejado que los separaba de las aspas.
—¿Crees que soy
idiota? —dijo mirando a Distorsión, en pleno centro—. Sé bien la potencia que
esta máquina puede alcanzar.
—No creo que
seas especialmente tonto, aunque sí un poco lento. De hecho… diría que eres
lento en ambos sentidos.
Acto seguido
pude ver cómo Distorsión concentraba sus poderes y una de las turbinas
exteriores del aerodeslizador estallaba como un petardo de feria. Todo el
aerodeslizador se escoró de repente, haciendo que la superficie se inclinara
unos veinte grados con respecto a la horizontal. Si bien era complicado para
quienes pisaban la superficie del vehículo volador mantener el equilibrio, para
una mole como Génesis se antojaba poco menos que imposible y cayó violentamente
hacia delante, dentro del área del ventilador. Por poco rompió el enrejado y
cayó dentro de las letales aspas que, debido a que Delay ya no podía resistir
más, se movían cada vez más y más rápido.
Distorsión
empezó a correr a toda velocidad, tratando de salir de la potente corriente de
aire ascendente. Ya empezaba a notar cómo le costaba avanzar, pero estaba a
unos pocos metros de escapar a su influencia.
Aún en el suelo,
Génesis transformó uno de sus pies en un pistón y se preparó para dar un golpe
contra la rejilla.
—Si yo salgo por
los aires tú te vendrás conmigo —amenazó justo antes de pisar el suelo. El
golpe, calculado para no ser especialmente devastador pero sí muy
desequilibrante, bastó para precipitar los acontecimientos. Delay cayó al suelo
y perdió el control del ventilador, con lo que empezó a girar a velocidad
demencial de nuevo. Distorsión al principio se quedó quieto, incapacitado para
avanzar, como si tuviera los pies aferrados con pegamento. Y finalmente, en
cuanto el dispositivo estuvo fuera de control otra vez, tanto él como Génesis
salieron despedidos por los aires.
La corriente fue
tan brutal que les arrastró fuera del deslizador, a muy corta distancia el uno
del otro, aparte de lo muchísimo que les elevó, a altitudes tales que casi
rozaron la cúpula artificial. Eso les daba tal vez unos minutos más antes de
precipitarse contra el suelo.
—¡Distorsión!
—grité, tomando los mandos del biplaza y dirigiéndome hacia él, para tratar de
atraparle en pleno vuelo. Pero Génesis, en una de tantas frenéticas vueltas que
logró dar, le agarró de la pierna como si fuera una marioneta.
De repente, sin
embargo, comprobé que su ascenso era mucho más lento de lo que había imaginado.
¡La gravedad! Estaban a tanta altura en una colonia tan pequeña que el tirón
gravitatorio era muy escaso y habían superado la velocidad de escape. Pero eso
quería decir también que la falta de aire sería mucho mayor, y Génesis, como
nos había dicho Adrian, no tenía la menor necesidad de respirar.
Pero Distorsión
sí la tenía.
Eso explicaba
por qué veía cómo Distorsión apenas podía moverse, en lo que Génesis trataba de
acercarle hacia sí para triturarlo con sus propias manos. Pero era difícil para
ambos maniobrar en semejantes condiciones, y por fin lo entendí. Entendí por
qué Distorsión quería elevarle tan alto.
—Aquí tu fuerza
no vale de nada —explicó entre resuellos, cada vez más cansado— y no hay suelo
donde pisar, agua para tus mangueras ni apenas oxígeno para tus llamas. Aquí
estamos empatados.
—Te equivocas
—contestó Génesis, bullendo de odio—. Porque yo no necesito respirar, y eso
quiere decir que puedo centrar mis esfuerzos en hacer esto.
El ventilador de
su torso empezó a girar frenéticamente. El esfuerzo para lograr algo así debía
ser tremendo por parte de nuestro enemigo, pero su obsesión por machacar a
Distorsión era igual de desproporcionada en ese momento. Con su mano libre
agarró a Distorsión del hombro con la idea de introducir su cabeza en el
ventilador y así machacarla como un melón maduro. Distorsión hizo todo lo que
pudo por resistirse, pero cada vez tenía menos fuerzas, hasta que la casualidad
intervino en su favor. Una barra de metal alargada que había salido volando
también, un resto del boquete que Génesis había abierto para abrirse paso hacia
Adrian, pasó cerca de ellos, y con un esfuerzo enorme, Distorsión logró
agarrarla al vuelo.
—¿Sabes qué es
lo que más odiaba de los hoteles en los que nos alojábamos al principio? —dijo
sosteniendo la barra con firmeza—. Que el sumidero de la ducha siempre estaba
atascado con algo.
Le incrustó la
barra entre las aspas del torso y Génesis pegó un alarido de dolor. No tengo ni
idea de qué ruido debió hacer ese chisme al atorarse pero no debió ser muy
agradable. El caso es que la violencia desatada fue tal que Distorsión salió
despedido por un lado y Génesis por otro, separándose por completo.
Aquel era el
momento que estaba esperando. No me llevó ni unos segundos apuntar a mi
objetivo, pues estaba a escasos cien metros de distancia. Me sentía toda una
pirata de las ondas, y el símil no podía ser más adecuado.
Porque el arma
que había fabricado Distorsión de urgencia, de la manera más rudimentaria
posible, ante la incapacidad de conseguir nada mejor en ese momento, era un
genuino cañón de los de toda la vida, cargado con la bala de hierro forjado que
Adrian logró conseguir en tiempo récord. ¿El daño que le haría a Génesis?
Escaso. Pero como bien dijo Distorsión, era más un asunto de inercia. Sin nada
en lo que apoyarse y suspendido en una atmósfera tan escasa, la aceleración de
la bala le daría tal impulso que saldría despedido como si él mismo fuese la
bala de cañón disparada.
Lo que no
esperaba era que el impacto fuera tan demoledor. Aparte de abollar a Génesis
como si fuera un coche viejo de segunda mano, le elevó aún más debido a que al
disparar yo estaba a menos altitud que él, rompiendo así la cúpula —que no
tardó en ser reparada poco después— y saliendo fuera de la órbita de la
colonia, con la gravedad incapaz ya de retenerle por más tiempo. Acabábamos de
convertir a nuestro enemigo en poco menos que un hombre cohete improvisado.
Distorsión
estaba a punto de seguir esa suerte, pero en sentido contrario. La violenta
separación de su enemigo le hizo precipitarse al fin en caída libre, y si no me
daba prisa no habría nada que pudiera hacer para ayudarle. Le di caña al
biplaza y abrí la carlinga, calculando la aceleración para descender al mismo
tiempo. Por fortuna él ya había alcanzado la velocidad terminal, lo que quería
decir que no estaba acelerando más, y desde mi punto de vista era como si
estuviera flotando en el aire.
Le dije que me
diera la mano, pero no tardé en comprender que estaba al borde del desmayo. Con
un tremendo esfuerzo mis dedos rozaron los suyos y logré meterle dentro del
vehículo, en el asiento del copiloto, donde tras cerrar de nuevo la carlinga
conseguí, maniobrando como pude, que aterrizáramos de nuevo sobre el
aerodeslizador, no de una manera muy suave pero sí lo suficientemente segura.
Nada más salir
de aquel trasto vi que Delay se acercaba corriendo hacia nosotros, y los demás
venían también a ritmo rápido.
—Impresionante
—se limitó a decir Delay, ayudándome con Distorsión. Por supuesto, en cuanto
hubo recuperado el aliento, se negó a que lo lleváramos a hombros y se quedó de
pie, apoyado en el fuselaje del biplaza.
—Decidme que
algunos estabais grabando lo sucedido.
—¿Grabando?
—dijo Adrian, que ya había llegado con los otros.
—De esto hay que
hacer un videoclip fijo —aclaró apagando el holo y con una sonrisa de plena
satisfacción, como quien acaba de hacer puenting o paracaidismo.
***
No hizo falta
videoclip alguno, en realidad. Para empezar, porque de casualidad más o menos
en ese momento el aerodeslizador pasaba por debajo del volcán apagado y aprovechamos
para descender y preparar a toda prisa el escenario para un concierto
improvisado. Sin efectos, ni llamas, ni fuegos artificiales, ni luminotecnia,
ni confeti, ni historias. Sólo los instrumentos, los bafles y nosotros. ¿Para
qué más?
Al público del
aerodeslizador, que había pasado por un susto tremendo, se le quitó pronto el
miedo en cuanto empezamos a tocar. Aquello se convirtió en una fiesta sin
precedentes, en la que subieron al escenario cantantes de otros grupos a
improvisar duetos con nosotros, y también pudimos presentar Red Roses, que
batió todas nuestras expectativas de aceptación por parte del público.
En cuanto a
Génesis, ni idea de qué fue de él. Lo más probable era que, dado que SR8273
orbitaba alrededor de un enorme planeta de escasa densidad, al estilo de
Júpiter, hubiera sido atraído como si fuera un bólido estelar por su gravedad
masiva. O igual estaba a la deriva por el espacio. De lo que estábamos seguros
era de que de una u otra manera, debido a su fuerte resistencia por un lado y
capacidad de mantenerse en hibernación por otro, volveríamos a saber de él en
algún momento.
Por todos lados
las noticias tenían titulares similares. Músicos
salvan el día. Héroes de las ondas.
The Jammers dan el pelotazo en el
Festival (este me encantaba). Justo lo que Distorsión no quería que
acabáramos siendo. Al menos, pensábamos todos, mientras durara lo bueno nos
limitaríamos a disfrutarlo.
Pero qué lejos
estábamos de saber que las primeras consecuencias no tardarían en mostrarse. Y
que lejos de allí una nueva amenaza nos pondría en jaque como ninguna otra
antes, ni siquiera Desdémona, lo había hecho.
ENLACE A LA
CANCIÓN ‘RED ROSES’:
[volver al índice]
0 comentarios:
Publicar un comentario