Hey
I feel great
I
feel strong does it really seem so wrong
Not
too long
For
you and the way you've been trying
To
control me
Well
you know what
Those
days are over
Hooverphonic. The Night Before
Esta vez sí que
recuerdo bien dónde me quedé. ¿Cómo no recordar algo así? Como si de una
pesadilla se tratara, una sospecha terrible acababa de anidar en mi corazón.
¿Podía ser posible que aquel chico tan majo y por el que, aunque me lo negara,
sentía algo, fuera al mismo tiempo esa silueta de rostro pixelado tan llena de
odio y que se hacía llamar a sí misma Breakdown? Me costaba creerlo. Conmigo
era tan amable, tan sincero… una mujer sabe de esas cosas. ¿O tal vez me estaba
negando a ver lo que no quería ver? Era poco lo que sabía de él, pero ¿qué era
lo que sabía él de mí? Nada, tampoco. Nada en realidad. Ambos éramos
desconocidos el uno para el otro.
No conté nada de
mis sospechas a los demás. ¿Cómo hacerlo? Cuando me preguntaron sobre cómo
estaba tan segura de que esa era la frase, me limité a adornar mi respuesta con
una escueta verdad.
—Es lo primero
que me ha venido a la cabeza después de estar tantas tardes en los edificios
recreativos.
Y el caso es que
el análisis por letras de Fase confirmó que estaba en lo cierto o, como diría
él, que había un 0,003% (aproximado) de probabilidades de que estuviera
equivocándome. ¿Pero, qué quería decir eso en realidad? ¿Era una prueba de que
se trataban de la misma persona? No tenía por qué… simplemente había hecho
hincapié en el parecido entre ambos con una expresión que no estaba fuera de
lugar en un satélite como aquel.
Claro, Echo, me
dije a mí misma. Sigue soñando.
Pero aún había
muchas cosas que no entendía, en caso de que dos y dos fueran cuatro. ¿Por qué
era tan amable conmigo y tan amenazador con Distorsión? Realmente, ¿era una
amenaza en el sentido literal de la palabra?
Lo peor de todo
era que parecía tener alguna clase de poder también, como demostró el hecho de
que pudiera manipular las luces y el tono de su propia voz. O quizás eran
trucos baratos de feria destinados a confundirnos, asustarnos.
El caso es que
me fui a mi habitación a dormir y a los pocos minutos alguien dio dos golpes
leves con los nudillos. Gesto inequívoco que caracterizaba a su portador.
—Pasa, Fase
—dije sin dejar de mirar a la pared vacía, con medio rostro hundido en la
almohada.
Cerró la puerta
tras de sí y me miró con cara de preocupación.
—Creo que te
puedes imaginar por qué he venido en silencio, sin que otros me vieran, y sin
decir nada a nadie.
Le miré
fijamente. Su actitud jovial estaba de vacaciones. Fase tenía un temperamento
muy bromista y solía ser charlatán, pero como ya se ha visto alguna vez antes,
el destino solía mostrarse amargo y convertirle en el portador de las malas
noticias.
—Vale, no me he
dado cuenta inmediatamente, ¿de acuerdo? Hacerme el guay se lo dejamos a
Distorsión y a los otros. Pero luego lo he pensado, me he acordado de dónde has
estado todos estos días, de que algo ha ocupado tu mente este tiempo, y al ver
tu rostro de inquietud al escuchar la frase, aunque no sepa rellenar los
huecos, he entendido lo que crees sospechar.
—Tú le viste,
¿no? ¿Qué crees?
—Yo que sé,
Echo. Es un vídeo de noche, no está precisamente cerca del objetivo y tiene la
cara a puntitos. ¿Qué vas a hacer?
—Para empezar,
podría habérmelo dicho —comentó Distorsión tras entrar en la habitación. Me
puse en pie, incapaz de creer lo que estaba presenciando.
—¡Me has
espiado!
—Ocultabas algo,
algo importante que necesitaba saber.
—Mi vida privada
no es de tu incumbencia —dije cabreada, mientras Fase se echaba a un lado,
azorado por encontrarse en el medio de la discusión.
—¿Qué no es de
mi incumbencia? Yo diría que me han metido de lleno en ella, y pensabas dejarlo
correr como si nada.
—No, como si
nada no, aún no había tomado una decisión sobre qué hacer al respecto.
—No le hubieras
delatado, te conozco muy bien. Y puede que él también, y por eso te haya
elegido a ti, para dividirnos y así atacarnos con mayor facilidad.
—¿Atacarnos?
Perdona, Superman del tres al cuarto, ¿qué tal si simplemente fuera un seguidor
fanático?
—¿Y eso qué
importa? Sólo dices esas cosas para llevarme la contraria.
—Hago eso porque
desconfías de todo el mundo por norma.
—Este noviete
que te has echado no tenía ni la más remota posibilidad de ganarse mi
confianza. Ni siquiera sabes su nombre.
—No, no lo sé.
Pero ¿acaso sé el tuyo? ¿Qué pasa, que ahora somos normales, que tenemos que
llevar vidas perfectas?
—No me gusta ese
tipo, no te conviene.
—Yo iré con
quien me da la gana, ¿te enteras? ¿Qué tal si a lo mejor le gusto de verdad y
todo?
—Sí, seguro que
es por eso por lo que se te ha pegado como una lapa.
—Mira,
caranieve…
Distorsión me
miró muy fijamente. Sólo una persona antes le había llamado así. Heinrich
Beckon, Génesis, uno de nuestros enemigos.
Hubo un terrible
silencio. En el aire flotaba la posibilidad de decir alguna frase que tal vez
nunca pudiera ser borrada. Por fortuna de repente apareció Overdrive desde el
pasillo, con cara de sueño y pocos amigos.
—Eh, Norte y
Sur, dejad vuestra trifulca y venid a ver esto. En vivo y en directo.
Dejamos la
discusión aparcada, pero no olvidada, y salimos hacia la sala central, donde
Adrian y Delay miraban a un programa de la tele que estaba emitiendo un
concierto en directo. Allí estaba él, ese tal Breakdown, sobre un escenario.
Justo acababa de terminar de tocar y le estaban entrevistando. Su semblante
emborronado irradiaba la misma amargura que en aquel vídeo que tanto y tanto
analizamos.
—… por eso digo
que este holo, en efecto, es un homenaje a Distorsión, un cantante al que deseo
retar, en un sentido musical, a que toquemos juntos, pues su música ha supuesto
una gran influencia sobre mis propias composiciones… él mismo ya lo sabe, pues
haciendo gala de su fama de héroe, le he lanzado el desafío al más puro estilo
de los supervillanos con los que se ha enfrentado…
Distorsión apagó
el programa, furioso. O más bien, reventó el aparato donde se estaba emitiendo.
—Está jugando
con nosotros. No sé qué demonios pretende.
—¿No podría
simplemente ser un sujeto con afán de protagonismo? —apuntó Adrian—. Y ahora
tendré que encargar otro terminal.
—Ojalá —dijo de
repente Delay marchándose hacia su cuarto—. Así podría olvidarme de todo e irme
a dormir en paz sin que nadie me sacara del séptimo sueño.
Poco a poco todo
el mundo se fue marchando. Sólo nos quedamos Distorsión y yo, incapaces de
mirarnos a los ojos. Ninguno dijo nada en un buen rato, finalmente hablé yo.
—Escucha, vamos
a suponer que son la misma persona. En ese caso me conviene estar cerca de él
sin que sepa mis sospechas, porque dudo mucho que cuando habló contigo y te
soltó aquello dedujera que íbamos a juntar las piezas del rompecabezas.
—Me preocupas
tú, Echo. No sólo tu seguridad, también tu objetividad.
—Volvemos a lo
mismo, ¿verdad? —dije, enfadada—. Yo te digo que si me hubiera mentido, lo
sabría.
—Y yo te digo
que ese tipo no es de fiar. Lo huelo a kilómetros.
—Bien,
seguiremos como hasta ahora entonces. Yo vigilaré a mi noviete, como le has
llamado, tú limítate a enterarte de más cosas de ese tal Breakdown. Si en algún
momento nos encontramos, ya intercambiaremos información.
—Bien.
—Bien.
No es la mejor
manera de acabar una discusión, pero tampoco la peor. A lo que una duda asaltó
mi mente. ¿Estaría Distorsión… celoso? Así de tontos son los chicos a menudo,
basta con que algo sea inalcanzable para quererlo de repente. Pero
sinceramente, más bien pensaba que estaba afianzado en su terca hipótesis. Admito
que había muchos indicios raros con ese chico, pero sabía que no me mentía. Lo
sabía. ¿Por qué lo sabía? Lo sabía, era así. Sexto sentido de mujer, llamadlo
de esa manera. Eso por lo que te das la vuelta cuando sabes que un salido te
está mirando el culo o por lo que eres consciente de que mientras esté en tu
mano esa cita jamás entrará en tu habitación. Eso que los hombres jamás han
sabido utilizar, y por lo que han inventado un mundo de normas y leyes basado
en pruebas, en documentos, y no en diálogo, charlas ni sentido común.
***
La tensión al
día siguiente se podía cortar con un cuchillo. La mañana pasó lenta como la
formación de una montaña, cada minuto era insoportable en espera de que llegara
la hora a la que muy probablemente me encontraría otra vez con él y tendría que
ponerle entre la espada y la pared. Todo el mundo respetó mi necesidad de
soledad y silencio, sobre todo Distorsión; directamente, no estuvo allí en
ningún momento, ya habiéndose marchado antes incluso de que despertara.
El caso era que
si lo que Breakdown quería era dividirnos me descubro el sombrero, porque lo
había logrado como ningún otro de nuestros enemigos lo había conseguido jamás,
ni siquiera la astuta y peligrosa Desdémona. Y sin necesidad de lanzarnos
siquiera un solo puñetazo.
La tarde llegó y
me aproximé a la salida, con todos mirándome marchar. Era absurdo que nadie me
acompañara, pues tenía que seguir aparentando normalidad. Por otro lado ya era
mayorcita para cuidarme sola, y si realmente Breakdown tenía poderes como los
nuestros entonces no había duda de que era quien mejor podría hacerle frente de
todos nosotros.
Llegué a los
edificios recreativos, me dediqué a echar un par de fichas aquí y allá y no
tardó en aparecer, como las otras veces. La diferencia era que yo ya no estaba
siendo la misma sino jugando a los engaños, las mentiras y los dobles sentidos.
El primero de todos: de repente sí me apetecía jugar al Keyboard Hero. Si sabe
quién soy, al menos le voy a machacar en mi terreno, me dije a mí misma.
Mi sorpresa fue
que ¡perdí! Aunque por una ventaja muy ajustada, sólo unos pocos puntos.
Endemoniados juegos musicales, pensé para mis adentros, tan poco
representativos de lo que es tocar un instrumento en realidad.
Luego de eso nos
fuimos a tomar algo y charlar. Todo era igual y, al mismo tiempo, todo había
cambiado. Y sin embargo, algo en mí me dijo que ese chico me gustaba de veras,
tal vez un espíritu de contradicción por el hecho de que me hubieran casi
prohibido volver a verle de manera tajante.
En ese momento
empezó la ronda de las preguntas con dardo.
—¿Tocas algún
instrumento? —dije sin más vacilación. Él se limitó a reír.
—Te voy a dejar
que lo adivines, pero te daré una pista. ¿A qué te he pegado una paliza hoy?
Le miré
seriamente. Si estaba jugando conmigo, tenía descaro para dar y tomar.
—¿Dices en serio
que tocas el teclado? Pero yo te dije que quería dedicarme a ello, ¿por qué no
lo mencionaste?
—No quería
quitarte el protagonismo. Hubo un tiempo en que el teclado fue mi vida, pero
ahora no es mi prioridad. En concreto, toco el Keytar.
—De modo que
nada de sentado… de pie y con correa, como una guitarra eléctrica. Bueno, es
algo que nunca he probado.
—¿Te gustaría
probar?
Levanté muy
ligeramente una ceja.
—No tienes que
decir nada que no quieras decir —añadió.
—Claro… claro,
sí me gustaría —contesté al fin—. ¿Vives por aquí?
—Como tú, no
tengo hogar. Estoy alquilado temporalmente por esta zona.
Para cuando
salimos, me di cuenta de que se había hecho de noche. Habíamos estado muchísimo
más tiempo del habitual de cháchara. El tiempo literalmente se me había pasado
volando.
—Es aquí —dijo
abriendo un portal desvencijado—. Última oportunidad.
—No me asustas
—dije, tal vez con doble significado.
Pero de repente,
sobre nuestras cabezas, apareció algo que sí lo hizo. Era una especie de robot
esférico, que orbitaba de manera espasmódica.
—¿Qué es eso?
—dije señalándolo, tratando de fingir ser una chica en apariencia normal, pero
lista para rebotar toda clase de ataques si era necesario y no había más
remedio que ponerme al descubierto. Pero para cuando me quise dar cuenta, un
haz de energía desconocido nos bañó a ambos, o tal vez a mí y por extensión a
mi acompañante, a tanta velocidad que fui incapaz de reaccionar. Pero nada
parecía habernos pasado, o al menos no me sentía distinta en ningún sentido.
—¿Estás bien?
—preguntó, a lo que contesté afirmativamente. De repente esa cosa se quedó
quieta, como si estuviera contactando con algo o alguien, y sin previo aviso,
cuando ya estaba más lejos de nosotros, cayó reventada al suelo.
Resoplé para mis
adentros. Así que Distorsión nos estaba siguiendo. Para vigilar que no me
pasaba nada. A distancia amplia, eso sí, pues parece que sólo pudo atacar al
trasto cuando se hubo alejado. Justo donde cayó empezaron a aparecer
transeúntes que lo rodearon y no tardó en hacer acto de aparición un poli, por
lo que decidimos dejarlo correr, no sin estar un poco preocupados por lo
sucedido mientras subíamos.
—¿Qué podía ser
eso? —pregunté, tratando de sonsacarle alguna clase de información.
—No lo sé. No lo
sé en absoluto.
Y al mirarle a
los ojos, supe que no mentía. Que no tenía nada que ver con él, ni con ninguna
clase de plan. Y algo en mi interior se encendió, algo que aún no sé calificar
con propiedad, pero que temo saber qué es exactamente.
Su piso era lo
más escueto imaginable, con apenas lo justo para sobrevivir y pasar el rato, al
margen de su Keytar apoyado en una pared. Me trajo muchos recuerdos de mí misma
y el pasado que había dejado atrás, en Wingbolt.
Estuvimos horas
y horas charlando. Si Distorsión estuvo fuera vigilando creo que debió pasar un
rato bastante malo, justo al contrario que el mío, que se me pasó volando.
Charlamos de escalas de teclado, de videojuegos, de películas, de la muerte… un
pequeño microcosmos condensado en una sola noche. Pero me lo pasé tan bien. Era
tan gratificante saber que alguien comprendía lo que implicaba la escala menor
de La, o lo que era haber pasado tantas noches en un piso vacío y sin nadie con
quien poder hablar.
Como ocurre con
estas cosas, lo que sucedió, empezó a suceder al amanecer. Estábamos sentados
en el sofá y ya me iba a marchar cuando de repente la mirada se prolongó
durante más tiempo, y lo siguiente no fue más que una sucesión de
acontecimientos viejos como el mundo. Empezamos a besarnos, a explorarnos con
las manos, y ese rato genial que duró mucho menos de lo que hubiera deseado de
repente se esfumó cuando, al quitarle la camiseta, vi algo que tarde o temprano
hubiera encontrado.
Una cicatriz.
Una cicatriz en el costado izquierdo. Como un agujero. Quemada.
Me puse en pie y
le miré a los ojos. No. No era verdad. No podía ser.
—Me temo que ya
lo has entendido por completo.
Y todo empezó a
cobrar terrible sentido. Tocaba el teclado. El teclado. Yo había ido al grupo a
hacer una sustitución. De alguien que había sido muy amigo de Distorsión.
—No puede ser.
Dijo que estabas muerto…
—Eso dijo,
¿verdad? Bueno, tenía razón. No te mentí. Pasé mucho tiempo en coma, y cuando
desperté, en efecto había muerto. Ya nunca más volví a ser Reverb. A partir de
ese momento, roto por dentro, sólo podía llamarme Breakdown.
—Quiero…
marcharme. Déjame irme. No trates de impedírmelo.
—Jamás. Eres
libre de irte. Nunca te retendría contra tu voluntad.
Me volví a poner
la blusa y a arreglarme a toda prisa, y mientras me dirigía a la puerta él no
hizo ademán alguno de tratar de evitarlo. Aún estaba muy confusa y dolida, así
como traicionada en todos los sentidos posibles, por unos y otros.
—Lamento que nos
hayamos tenido que conocer de esta manera. Pero lo que hay entre Distorsión y
yo tiene que acabar… tarde o temprano.
Y entonces sí
atisbé el odio que impregnaba el corazón de Reverb, porque en ese momento no
podía pensar en él con su otro nombre, un nombre nacido del odio y la rabia, e
imaginé su rostro pixelado por encima, y la imagen se superpuso a la perfección
como una máscara de hierro sobre el rostro de un recluso.
—¿Por qué? ¿Por
qué tiene que ser así? ¡Él era tu amigo! ¡Es tu amigo!
Sólo se limitó a
quedarse quieto y añadir:
—Lo siento,
Echo.
Salí de allí
corriendo, bajando los escalones de dos en dos, como si hubiera visto al
mismísimo Diablo. Cuando llegué a la calle, no tardé mucho en adentrarme en
callejones oscuros y encontrarme con Distorsión cara a cara. Había estado toda
la noche fuera, esperando. No pude evitar que una lágrima me asomara por el
rostro.
—Sabía que ese
cerdo no era de fiar. Voy a subir y…
—¡No! —grité,
cerrándole el paso—. Él no me ha hecho nada. Tú tenías razón, y yo también. Él
es —vacilé— Breakdown, pero al mismo tiempo, él me quiere de verdad. Es a ti a
quien odia. Pero por favor, no subas. Hazlo por mí.
¿Cómo podía
decirle que su mejor amigo, al que tanto apreciaba, ha vuelto y le odia más que
a nadie en el mundo? No podía. Pero tenía que confesárselo a alguien y pedirle
consejo. Por eso, al llegar al Acorde Cósmico, en cuanto pude le pedí a Adrian
que habláramos a solas.
—Sea lo que sea
que me vayas a decir, te prometo que no se lo contaré a nadie —dijo. Yo lo
tenía claro, y además nadie nos espiaría. Con mis capacidades para rebotar el
sonido me estaba encargando a conciencia de ello.
—¿Qué le pasó a
Reverb, Adrian?
—Yo… —dijo
azorado. No le hicieron falta ni dos segundos para tener el puzzle completo.
—¿Qué fue lo que
le ocurrió?
—Un accidente.
Con las máquinas de este mismo lugar. Pero él no tuvo tanta suerte como
vosotros. Su cuerpo se moría, y necesitaba un soporte vital que le mantuviera
con vida. Yo no podía hacer nada. Por segunda vez en mi vida me quedé
paralizado ante el dolor de un ser querido, porque le quise tanto como quiero a
Distorsión. Sin embargo, Distorsión tuvo otros planes.
—Se conectaron…
por medio de alguno de estos artefactos endemoniados, ¿verdad?
—De modo que
tiene una cicatriz gemela a la de Distorsión. Esa es la prueba definitiva.
—Yo pensaba que las quemaduras de Distorsión…
—No tienen nada
que ver con la herida de su costado. Como ves, ha sufrido más de lo que podemos
siquiera imaginar. En cuanto a Reverb, estaba muerto. No podíamos hacer nada
por él, y le abandonamos. Sin nombre, sin pasado… esperábamos que le
encontrarían y le darían un entierro digno.
—Pero no murió,
Adrian —dije con aflicción—. No al menos en términos físicos.
—Estoy de
acuerdo contigo en no decirle nada a Distorsión, pero ¿crees que…?
—No lo sé. No sé
qué pretende ni de lo que es capaz.
—Sólo hay un
modo de averiguarlo y es plantándole cara. Por eso, si prefieres mantenerte al
margen, lo entenderé.
—No —repliqué—.
Esta es ya mi pelea, y ahora yo también necesito respuestas.
***
Como era de
esperar, nadie apareció por la casa de Breakdown en todo el día. Eso, sin
embargo, no nos supuso ningún problema. Por una vez, estuvimos en la otra cara
de la moneda, la de nuestros enemigos. Porque Breakdown era músico, como
nosotros. Porque tenía conciertos, y giras. Y esa misma noche tocaba en un bar
de poca monta, pero donde solían hacerlo grandes instrumentistas.
Lo peor de todo
era que escuché su música y era un excelente compositor, con muchísimo talento.
Distorsión y él debieron hacer cosas increíbles mientras estuvieron juntos, así
como Overdrive. Por otro lado fue una suerte que Overdrive nunca nos viera
juntos… sólo él, aparte de Adrian y Distorsión, le hubiera reconocido nada más
verle.
Cuando llegamos
al local, aún vacío, le encontramos en mitad de la sala, preparando los cables
de los amplificadores. Llevaba su holo pixelado puesto, y su voz, como pude
notar nada más habló, era ligeramente distinta que su tono normal. Por eso
tampoco Distorsión logró deducir su identidad al escucharle.
—Imaginé que no
tardaríais en aparecer.
—Cállate —dijo
Distorsión. Breakdown dejó lo que estaba haciendo y se encaró con él.
—Te he visto por
televisión. Siempre de mal humor, arisco, cortante con tus propios amigos. Pero
apuesto a que ya eras así en el pasado, que te creías que nadie lo había pasado
tan mal como tú. No tengo nada contra vosotros —dijo señalando a Overdrive y
los demás—, esto es sólo entre él y yo.
—¿Cuál es tu
problema, tío? —preguntó Distorsión, furioso.
—No te importa.
Simplemente voy a por ti y tengo mis motivos.
—¿Ah, sí? ¿Y qué
sabes hacer, copia barata del tres al cuarto?
—¿Qué tal esto?
—dijo agarrando el Keytar y, al hacer un acorde, provocar un sonido tan agudo
que nos lanzó a todos al suelo. Pero yo me logré poner en pie, rebotándolo en
otra dirección.
—Sólo tú eres mi
igual, Echo —dijo mirando en su dirección—. Pero esto no podía haber sido de
otra forma. Lo siento.
Distorsión se
levantó con un gran esfuerzo y concentró sus poderes en inutilizar el Keytar de
Breakdown. Pero por algún motivo el sonido seguía emitiéndose, aunque fluctuaba
con mayor dificultad.
—Aún no lo
entiendes, ¿verdad, Distorsión? ¡Puedo aumentar o reducir la intensidad de las
ondas! ¡Hasta tal punto que tus poderes son anulados por los míos!
Aun así
Distorsión no se rindió y siguió esforzándose, luchando contra el atronador
poder de Breakdown. El resultado fue que por un lado el Keytar acabó por
romperse y por otro Distorsión cayó al suelo, extenuado y sin duda herido.
—¿Y ahora qué…
copia? —dijo Distorsión tratando de levantarse.
Breakdown rió
por lo bajo.
—Veo que sigues
sin entender. No necesito máquinas para atacarte. Mi propia voz —y de repente
sus palabras fueron como un taladro sónico, que se metía más y más en nuestros
oídos— me basta para torturarte.
Los demás
estaban anulados, doloridos. Fase y Delay sangraban por los oídos. Aquello era
demasiado. Me puse en medio, tratando de contener aquel tremendo tsunami
acústico.
—¡Basta!
—grité—. Ya basta, Reverb.
Pero nadie podía
escuchar nuestra conversación, porque había creado una burbuja alrededor de los
dos de tal modo que sólo había silencio afuera nuestro. Eso, sin embargo, hizo
que su ataque me afectara en exclusiva a mí, y me llevé las manos a las orejas,
retorciéndome de dolor.
No tardo en
detenerse, sin embargo, y una vez lo hizo y recuperé el aliento, poco a poco,
me acerqué hacia él. Le dejé hablar.
—Él me abandonó
como a un perro, Echo. Me dio por muerto, y antes de eso, era insoportable ser
su amigo. No comprendo cómo Overdrive le ha aguantado todos estos años.
—Él intentó
salvarte la vida, ¿no lo entiendes?
—Mi odio hacia
él es más sutil que algo tan simple como eso. ¿Sólo se puede odiar a los
asesinos? ¿No odiamos también a los que más hemos querido, incluso aunque te
echen de menos?
—Basta, Reverb.
Déjalo ya.
—Ya no soy
Reverb. Soy Breakdown. Tú lo sabes mejor que nadie. Te dije que no tenía
familia ni amigos. Que estoy solo.
—Me tienes a mí.
Por favor, ven conmigo. Distorsión te perdonará…
—¿Perdonar?
—dijo elevando el tono de su voz—. ¡Él es quien debe humillarse ante mí!
¡Porque es tal mi poder que podría matarle con mi propia voz si quisiera!
Retiró el
holograma de su rostro, y entonces vi que sus propios oídos estaban sangrando
también. Él no era inmune a sus propios ataques, al propagarse el sonido de su
voz de manera esférica.
—Pero entonces…
si le mataras con la voz… tú morirías también.
No dijo nada, y
comprendí que era tal su odio hacia Distorsión que ese sería para él un precio
pequeño a pagar por consumar su venganza.
Suspiré. Porque
tenía que decir algo que, seguramente, sellaría mi vida al completo.
—Yo… yo te
quiero, Reverb. Quiero estar contigo, ayudarte. Pero si te opones a mis amigos
no puedo estar a tu lado ni hacer nada por ti, porque no deseas ser ayudado.
»Por eso, si
alguna vez tratas de usar ese poder, si alguna vez tratas de atacar a
Distorsión con la voz para matarle, no me quedará más remedio que rebotar ese
ataque. Y entonces el que acabarás muerto serás sólo tú, consumido por el
alcance de tu rabia.
—Lo entiendo.
Pero eso nos convierte en antagonistas, entonces.
—Pero no en
enemigos —dije con tristeza, al tiempo que aumentaba el campo hasta anular todo
sonido alrededor de nosotros. Miré atrás, hacia los demás, aún en el suelo,
doloridos, sin haber presenciado aquella escena.
Luego de eso
miré a Breakdown. Una mirada de tristeza y decepción. Quise besarle pero fui
incapaz de ello, y di un paso atrás. Él también se apartó, activando su
perturbador holo pixelado de nuevo. Me limité a ver cómo se alejaba, ya sin
equipo que recoger pues Distorsión había destrozado el que yo sabía que era su
único Keytar.
—Adiós, Echo
—noté que decían sus labios con lentitud.
—Adiós… Reverb
—murmuré para mí misma mientras observaba quieta cómo la persona a la que me había
sentido tan unida salía de aquel local, para acto seguido ayudar a mis amigos,
aún heridos en el suelo.
***
Junto al
edificio de los recreativos al que solía ir, había un pequeño parque. Un lugar
de reposo modesto, tranquilo y apacible, quizás demasiado lleno de pintadas de
bandas, pero agradable en el fondo. En el interior de ese parque había un lago.
Artificial, por supuesto, y con poca profundidad, pero lago al fin y al cabo,
con sus juncos saliendo del agua, su fondo arenoso y sus pequeños bancos de peces
esquivos.
Al día siguiente
de que todo acabara, y tras echar un par de partidas al Street Fighter II, Ryu
versus Ryu, di con mis huesos en la orilla de aquel lago. Sentada, tratando de
estar en calma conmigo misma. Cogía pequeñas rocas pulidas, las tiraba cerca de
la orilla y acto seguido dejaba que las ondas del agua se propagaran hasta
llegar a mi entorno, donde hacía que rebotaran como si hubieran chocado contra
un muro invisible.
Supongo que un
físico o alguna otra clase de científico se hubiera maravillado de ver un
espectáculo así. Yo sólo podía pensar cómo algo tan hermoso podía al mismo
tiempo estar involucrado con tanto odio, violencia y muerte.
—Debí suponer
que estabas aquí —escuché decir a mi espalda.
Distorsión se
sentó sin decir nada más. Su rostro quemado miraba al horizonte deslumbrante.
Era raro verle así, a plena luz del día. Solía ser más bien criatura de
costumbres nocturnas.
—No hemos
averiguado nada de ese robot que te atacó. Parece que no tenía nada que ver con
Breakdown.
—No te
preocupes. Adrian dice que estoy bien, y aun así me someterá a reconocimientos
periódicos.
—No es tu
bienestar físico el que más me preocupa.
Le miré a los
ojos. Eran muy similares a los de él. Pero, al mismo tiempo, había pasado por
tantas cosas malas que habían crispado el resto de su semblante… aún me costaba
entender cómo alguien tan consumido por el odio como Breakdown podía tener esa
faceta de paz interior sincera, y sin embargo Distorsión controlaba sus
impulsos pero nunca se dejaba llenar por tan siquiera una efímera sensación de
felicidad.
—Lamento no
haberte hecho caso. Él no era de fiar.
—Los dos
teníamos razón. Lo que él sentía por ti era sincero. Tal vez eso fue lo que le
detuvo en última instancia. Tal vez tu influencia pueda cambiarle algún día.
Agaché la cabeza
y suspiré. No podía contarle a Distorsión la verdad. Que Breakdown era en
realidad su mejor amigo. Eso le destrozaría. Tenía que ser el propio Breakdown,
no, Reverb, quien se lo dijera, una vez dejara el odio y la venganza atrás.
Pero eso no sería fácil. En absoluto.
Desdémona,
Génesis, Breakdown. Cada vez más enemigos, todos ellos muy peligrosos para sí
mismos y para los demás. Si aquel era el precio de ser un héroe, de ayudar a
los demás, era sin duda un precio muy duro de asumir.
0 comentarios:
Publicar un comentario